Feliz día, y caluroso: estoy leyendo artículos donde recomiendan lecturas para este verano. Unos clasifican el verano de tiempo de demora, de tiempo para “sentir” y darse ese placer de la lentitud. Para mí el verano es un tiempo de urgencias, de prisas por acabar, de historias perturbadoras, de complicaciones, de aventuras…, y al mismo tiempo es también lentitud:las horas transcurren lentas, muy lentas. ¿Será el calor?
Puede ser. Leer apetece tanto que se amontonan los libros y las páginas y las ganas de saber y de pensar. Novela negra con sus misterios; novela romántica con esas historias de dos y de tres y de antepasados entrelazados; novela histórica con sus trasfondos actuales; novela y poesía, relatos, historias gráficas…, me apasiona la literatura. Me apasiona el mundo escrito. Ese es el empeño de este blog: ese es mi sueño, contagiaros, aunque sé que algunos ya estáis inmersos en la lectura y que podéis enseñarme mucho, mi pretensión es acercaros a ese mundo de escapada y reencuentro. Leer nos hace libres, leer nos abre la mente, y más allá de la cultura que podemos alcanzar, porque no hay nada como la vivencia de cada uno y con cada uno de los habitantes del planeta, leer es enseñar libertad, como dice Antonio Muñoz Molina, nos permite agrandarnos como Alicia en el Pais de las maravillas, y decidir. Leed y disfrutad. Os enlazo con el audiolibro que he encontrado en youtube. Hay una edición muy buena en Alianza editorial, en formato bolsillo.
Si la lectura no nos proporciona placer, y este concepto alcanza a “agradar o dar gusto”, y también “goce, disfrute espiritual” mal vamos. Porque toda lectura nos conducirá a una sensación. La consideración que le demos es propia, nuestra, decisiva.