Mi descubrimiento de esta autora fue gracias a su novela infanto-juvenil titulada MANOLITO GAFOTAS, hace muchísimos años.
Cuando lo reeditaron me hizo mucha ilusión, y de hecho leí el primero de los libros con mi hijo, otra vez, en mi afán de motivarle a leer. Lo leímos a dúo, y le gustó la experiencia y el libro.
Manolito me permitió adentrarle también en mi infancia y así hacer más llevadero el mundo de las letras a un niño que es puro movimiento y pura visión. Con él una imagen vale más que mil palabras.
El año pasado retomé a esta autora, con un libro-diario que me encandiló: NOCHES SIN DORMIR.
La editorial lo califica de «Una mirada literaria y artística sobre una ciudad inimitable, Nueva York», pero yo lo veo como un cuaderno donde su autora, una española en Nueva York, hace balance de su vida y de la ciudad que la rodea, que la ha acogido durante varios años, once para ser exactos. Y me recuerda a la narradora que hablaba desde la voz de Manolito, con candidez, con humor, con total sinceridad y perplejidad ante todos los acontecimientos de la vida.
Ahora que he terminado otro de sus libros: LO QUE ME QUEDA POR VIVIR, me resulta aún más familiar y enriquecedor su estilo, por su sentido del humor, por su descripción sencilla de los actos rutinarios y al mismo tiempo, por su naturalidad para hacer visibles las cosas más cotidianas : una visibilidad que roza la belleza, a veces la ternura y siempre el buen hacer. Me he sentido muy identificada con esa madre soltera que abarca el mundo a través de su hijo.