Este pasado fin de semana, un deslumbrante fin de semana entre amigas muy especiales, me ha permitido acercarme más a mi hija y a personas que estoy descubriendo sin saber que estaban ahí, aunque las tuviera muy cerca. Tan cerca…
Hubo un momento entre comida y sobremesa en el que me acerqué a la mesa donde estaba la hija de una amiga, un niña adolescente, embebida en su tarea, en la que parece su pasión: el dibujo. Su cuaderno resplandecía con los bocetos de rostros y medias figuras de personajes desconocidos para mí. Estaba absorta con sus auriculares y su lápiz. Le pregunté:» ¿cómo lo haces?», y ella sin volverse, hizo un esbozo de sonrisa y me contestó: » No sé».
Fue una respuesta sincera e ingenua. Para ella ese gesto, es espontáneo. Yo me quedé en silencio y al cabo de unos segundos pensé:» Claro que sabes. Mira tu destreza y lo que brota de ella.
Yo estaba maravillada. Dibujo y pintura nunca han sido mi fuerte. Y todo lo que surge de un lápiz y un pincel me resulta sorprendente y apasionante. Casi mágico, diría yo.
Lo mismo pasa con los libros . Algunas obras son totalmente rompedoras ya sea por la belleza que exploran y contienen o por la diversión que te dan, o por la reflexión que te permiten hacer.
Hay libros que dejan huella, muchas de esas huellas son las que a mí me han empujado a leer otros libros. A conocer otros autores, a explorar otros estilos, y puede que el resultado no se el que quería pero lo he intentado. El poder de la literatura, y no sólo la de ficción, es INMENSURABLE. Cuando un libro te lleva a otro, y éste a su vez, te invita a adentrarte en otro más, y así continuar leyendo, estás en buen camino. Descubres que leer es una exploración de ti mismo, de tus anhelos y de tu pasión por la vida. Inicias como decía Marcel Proust una amistad:
«Sin duda, la amistad, la amistad que con respecto a los individuos es algo frívolo, y la lectura es una amistad. Pero al menos es una amistad sincera, y el hecho de que se profese a un muerto, a un ausente, le da algo de desinteresado, algo casi conmovedor»
Le cito desde su libro Sobre la lectura, página 53, edición de Ed. Pre-Textos.
Hay un libro, regalo de un amigo, muy lector y medio escritor en ciernes, que he ido releyendo a pedazos y al que recurro para buscarme a ratos: el autor es Hugh Prather y el libro es PALABRAS A MÍ MISMO. MI LUCHA POR CONVERTIRME EN PERSONA.
¿Qué libros te dejan huella? eso sólo lo sabes tú, y hay muchas variantes en esta ecuación: tu edad, tu sexo, tu estado emocional, la época del año, tu búsqueda, tu razón…; de este libro hay muchas frases o versos, que me dejan una huella invisible, ahora más que antes:
«El darme cuenta de mis emociones/ aumenta mis alternativas,/ ensanchando el rango de mi elección.»
«La mejor manera de servir a los demás/es hacer lo que es útil para mí.»
«Yo hablo porque siento. Te hablo porque deseo/que sepas cómo siento.»
A mi me dejó huella nuestro tan famoso DON QUIJOTE y es que es un clásico, sí, pero nadie me ha hecho llorar como este hidalgo al darse cuenta de que su vida había sido un fraude. Su desvalidez, su vuelta a la realidad, su cándida ingenuidad me impresionaron tanto que me identifiqué con él en su lecho de muerte y siempre le recuerdo con tristeza.
Cómo siempre os dejo paso a vosotros y a vuestras huellas literarias.
Dejar vuestros comentarios si os apetece, que el escribir es un goce, no un dolor.
Me alucina como escribes y comunicas, eres exquisita, emocionante y me tienes enganchada a tu maravillosa calidad humana, a tus consejos, a lo que vives y a tu alma. Gracias .
Me haces enrojecer, pero ya estoy empezando a aceptar los elogios. Gracias por contagiarme tu entusiasmo.
Me encanta tu manera de escribir y enfocar las cosas. 😀
Gracias por leerme y por escribirme. Cada uno tiene su visión y es agradable y sorprendente descubrir que puedes llegar a más personas y compartir esa visión.